- Estábamos un poco aburridas aquí, tomando el té. Estábamos decidiendo a dónde ir después - me dijo ella.
- Así es – dijo la amiga. – Tal vez nos puedas dar alguna idea de qué hacer.
- ¡Oh, qué torpe soy! – exclamó la primera. – Olvidé presentarnos. Yo soy Eleanor, y ella es Penny.
- Un gusto conocerte – me dijo la segunda, y besó mi mejilla.
Ya imaginaba yo el menáge-a-trois entre aquellas húmedas paredes de tierra mientras les preguntaba cuáles eran las posibles salidas o actividades para la tarde noche.
- Podemos juntarnos con Lucy. Ella está en el cielo- dijo Eleanor.
- Pero tendremos que llevar los diamantes, Ellie. Olvidaste traerlos, ¿verdad?
- ¡Oh, no me mates, Penny! Sí, los olvidé.
- Los vamos a buscar, chicas, yo las acompaño. No hay problema – agregué.
Aceptaron gustosas. Pero al salir a la superficie, me di cuenta de que no subían tras de mí. Ya no oía voces ni estaban allí cuando volví a buscarlas.